Entrevista en Noticias de Gipuzkoa a Jose Luis Garay, Socio Consultor de LKS Next
Uno de los primeros efectos que provocó la pandemia del coronavirus en la economía vasca fue un tajante corte de suministros, que dejaron de llegar ante la parada de las fábricas chinas, lo que impidió seguir fabricando y puso en evidencia la dependencia de las empresas vascas de proveedores extranjeros. Esta experiencia puede servir para reflexionar sobre cómo deben ser las cadenas de suministro tras el COVID-19, algunas de cuyas claves las ofrece el socio consultor de LKS Next José Luis Garay.
¿Cuáles son las principales afecciones que provocó la pandemia de coronavirus en la cadena de suministros?
–Cuando, con la aparición del COVID-19 en China, vimos parar la actividad de la segunda economía del mundo y el proveedor global por excelencia nos dimos cuenta de la fragilidad de muchas de las estructuras de suministro diseñadas hasta la fecha. La brusca parada de la producción en China ha afectado a muchas empresas que necesitaban de sus componentes y que han podido solventar momentáneamente la situación consumiendo el stock de seguridad disponible. En otros casos el aprovisionamiento se ha visto condicionado porque los proveedores directos o de otros niveles de la estructura de suministro tienen a su vez parte de su fabricación con niveles de exposición al acopio de productos desde China. Por otra parte la expansión del COVID-19 se ha producido de una manera desacoplada entre China y los mercados a los que atiende, por lo que se ha dado la circunstancia de que mientras se abrían sus fábricas se cerraban las de sus clientes en Europa y EEUU, así como las vías de distribución logística de sus productos. Los distintos sectores de actividad se han visto afectados de diferente forma. Mientras las industrias relacionadas con la alimentación, sanidad, telecomunicaciones, han experimentado incrementos en sus operaciones, otros como automoción, hostelería, bienes de equipo han visto muy mermado su mercado. Ahora, los equipos directivos se encuentran en una situación en la que es preciso buscar el difícil equilibrio entre las inquietudes por la falta de pedidos y no perder de vista la cadena de suministros que habrá que establecer cuando todo vuelva a la «normalidad».
¿Las empresas vascas ya habían iniciado un proceso de reflexión sobre este modelo o las cogió desprevenidas?
–En los últimos tiempos se adivinaban ya amenazas a la estabilidad de la cadena de suministros. En la última década hemos asistido a una serie de sucesos de orden geopolítico, desastres naturales y crisis de salud pública que han condicionado el comportamiento de las redes de suministro. A ello hay que añadir alteraciones en las condiciones de compra, incremento en los costes laborales (como podría ser el caso de China), aranceles. La respuesta de las empresas a este tipo de situaciones ha sido muy variada, desde aquellas que adoptan una posición reactiva hasta las que han puesto en marcha programas de gestión de riesgos, con los que tratan de anticiparse a los efectos provocados por las alteraciones de la cadena de suministros. Sin embargo la dimensión de los efectos de la pandemia nos coloca en un escenario completamente imprevisto. Muy pocas empresas estaban preparadas para aguantar este impacto. A todos, o casi todos, nos ha pillado desprevenidos, con el pie cambiado. Esa es la realidad.
En algunos productos, como es el caso de las mascarillas, Euskadi reaccionó con producción propia. ¿Se ha hecho de la manera adecuada, o es necesario definir una estrategia global?
–Es evidente que se trata de proyectos muy relevantes que no hacen más que corroborar la capacidad de reacción e iniciativa de nuestras empresas. En Euskadi el espíritu emprendedor siempre ha estado presente pero, especialmente en estos momentos, es necesario reforzar la capacidad de generar y poner en práctica nuevas ideas que nos hagan más independientes de los impactos que puedan generarse a través de las nuevas disrupciones que puedan llegar en el futuro.
¿Qué características debe presentar la cadena de suministro del futuro?
–No descubro nada novedoso al señalar que la cadena de suministros deberá ser lo suficientemente capaz de adaptarse de la forma más rápida posible a las circunstancias que vayan surgiendo. Afianzar sus cadenas de suministro y protegerlas contra futuras conmociones desafiará a quienes lideran las compañías a construir un nuevo equilibrio entre eficiencia y confiabilidad. Por supuesto existirán diferentes niveles de aproximación a este pensamiento dependiendo del grado de exposición de cada empresa al suministro desde tan largas distancias. El análisis no supone ningún tipo de idea preconcebida ya que en muchos casos deberemos seguir aprovisionándonos desde los mercados comentados, pero sí debe poder abrir la posibilidad de valorar distintas alternativas o formas de gestionar el nuevo escenario. En definitiva la situación actual nos obliga, si no lo habíamos hecho antes, a repensar de manera urgente nuestra cadena de suministros. Para ello nos ayudará una eficaz gestión de riesgos que active diversas estrategias entre las que se incluirá la consideración de regionalizar determinados aprovisionamientos, la incorporación de tecnología de gestión y predicción así como el ajuste de los procesos para potenciar las actividades que aporten valor. Todo ello sin olvidar la respuesta a los retos que nos plantea el cuidado del medio ambiente y las nuevas formas de trabajar implantadas para dar respuesta al distanciamiento social, impuesto por la pandemia actual pero que cambiarán, con toda seguridad, las formas de relacionarse en el futuro.
¿Están las empresas preparadas para implantarlas?
–Generalizar siempre es engañoso pero podríamos decir que las empresas tienen todavía mucho camino por recorrer para disponer de una sistemática de gestión suficientemente estructurada ante lo que nos pueda venir en el futuro. Por otra parte podríamos decir con toda seguridad que las empresas tienen personas con capacidades para abordar la revisión que comentamos y realizar nuevos planteamientos para su cadena de suministros. Sin embargo la falta de recursos dentro de las estructuras, es decir, pocas personas haciendo muchas cosas, así como una asignación no suficientemente clara de prioridades hacen que no se aborden proyectos de este tipo con el suficiente nivel de apuesta.
¿Qué influencia tendrán las nuevas cadenas de suministro en la actividad de una empresa?
–Las nuevas estrategias asociadas a la cadena de suministros pueden conllevar diferentes escenarios como un potencial incremento de la regionalización del suministro. Acercar el aprovisionamiento hacia los países de Europa del Este o hacia proveedores locales debería ser una tendencia a valorar. En su caso, un aparente incremento del coste puro de compra. Digo aparente porque habría que hacer una comparativa de costes incluyendo todos los conceptos: stock, nivel de acierto en las previsiones, almacenamiento, tiempos de respuesta, calidad, transporte, aranceles. Por contra se potenciaría la industria más cercana (con los aspectos positivos derivados) y se ganaría en flexibilidad y capacidad de respuesta
¿Estos cambios requerirán grandes inversiones? ¿Cómo afrontarlas?
–No necesariamente. En buena lógica el nivel del esfuerzo económico irá asociado a la radicalidad del cambio pero, en principio, no creo que sean precisas grandes inversiones para afrontar los cambios que se consideren necesarios. Más aún si tenemos en cuenta que uno de los criterios a poner en marcha debería ser el de la simplificación como elemento de ajuste y mayor eficiencia. Por otra parte las instituciones de diferentes ámbitos han puesto en marcha programas de ayuda a las inversiones y, en este sentido, puede ser un buen momento para utilizar este tipo de herramientas financieras.
«No creo que sean precisas grandes inversiones para afrontar los cambios que se consideran necesarios en las cadenas de suministro»
«Muy pocas empresas estaban preparadas para aguantar este impacto, la realidad es que a casi todos nos ha cogido desprevenidos»
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