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Boletín: Febrero 2025

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En el contexto actual, son frecuentes las noticias que hacen referencia a inversiones millonarias en el campo de la Inteligencia Artificial (I.A.), con el objetivo de impulsar esta nueva y revolucionaria tecnología en múltiples ámbitos. Se dice que su implementación contribuye a generar beneficios de carácter económico para las empresas que sean capaces de utilizarla adecuadamente en el desarrollo de sus fines corporativos, ya que les va permitir obtener ventajas competitivas respecto a sus competidores mediante la utilización de técnicas de predicción que hacen posible la mejora de procesos y la toma de decisiones estratégicas.

La aplicación, por tanto, de la I.A. en las empresas constituye, en la actualidad, una exigencia ineludible si éstas quieren continuar siendo rentables y sostenibles en un mercado cada vez más competitivo. Esta aplicación tecnológica puede desplegarse en la empresa en distinto planos: fabricación, producción, organización logística, comercialización, etc, campos en los cuales la I.A. puede contribuir decisivamente haciendo posible, entre otros aspectos, la automatización de procesos, la optimización de las cadenas de suministro mediante la reducción de los costes logísticos, favoreciendo la innovación y desarrollo de nuevos productos y, aprovechando la experiencia comercial con los clientes para ofrecerles bienes y servicios personalizados.

En el ámbito organizativo de las empresas, cabe destacar que la aplicación de la I.A. proporciona, además, una gran ayuda para la realización de análisis predictivos basados en multitud de datos que permiten la toma de decisiones fundamentadas en el seno de la empresa de forma mucho más objetiva. En este sentido, la I.A. es un instrumento muy útil para mejorar los modelos de buen gobierno corporativo ya que puede servir como un importante apoyo para la labor de los órganos de administración de las empresas, fundamentalmente para la toma de decisiones estratégicas en las que las informaciones de experiencias y datos proporcionadas a través de la aplicación de la IA ofrece sólidas bases sobre las que asentar las decisiones empresariales de calado. Es más, con el tiempo, este tipo de apoyo no solo va ser conveniente, sino que puede convertirse en una herramienta necesaria y exigible para la adecuada toma de decisiones en compañías de gran tamaño en las que deben tenerse en cuenta muchas variables de distinta índole para llevar a cabo una política de empresa moderna y sostenible.

Evidentemente la aplicación de la I.A. también puede conllevar ciertos riesgos asociados a su uso cuando existe cierta falta de claridad en el funcionamiento, o con el carácter ético de los algoritmos en los que basa su análisis predictivo y consiguiente toma de decisiones, cuando se produce cierta vulneración de la privacidad y de protección de datos, así como cuando tiene lugar una posible manipulación de la información. Por eso, cuando la I.A. se aplique en la gestión de las empresas, y, principalmente, en la toma de decisiones de sus órganos de administración, debería elaborase un código de buena conducta en el que se establezca un sistema de control de riesgos de la I.A. que garantice la transparencia, fiabilidad, y su carácter ético.  A través de este tipo de códigos de buen gobierno, que deberán ser aprobados por el propio órgano de administración, se establecerán políticas corporativas de gestión de sistemas de I.A. inspirados en los principios y recomendaciones internacionales aplicables a la nueva tecnología, a fin de que resulte patente que el órgano de administración y sus miembros utilizan de forma responsable, transparente y fiable los sistemas de I.A. en la gestión de la empresa.

A pesar de que todavía la implementación de estas técnicas en la gestión de las empresas pueda parecer ciencia-ficción, lo cierto es que algunas compañías de los países más avanzados del mundo ya están empleando la I.A. en su gestión corporativa, por los indudables beneficios que proporciona. Es indudable, por tanto, que su utilización va a llegar también a nuestras empresas, en cuyo caso, si se quiere que sirva de soporte para la toma de decisiones estratégicas, deberá hacerse de forma cuidadosa, respetando los principios y exigencias legales existentes, a través de los instrumentos de buen gobierno conocidos. El mundo no espera, y la aplicación de la I.A. en los próximos tiempos va a ser, a buen seguro, una herramienta más para las empresas que va a hacer posible una gobernanza más moderna y sostenible.

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